Ayer fue uno de esos lunes imposibles en los que piensas que si el resto de la semana se plantea igual, no serás capaz de sobrevivir. Te acuestas con la convicción de que el día siguiente sólo puede mejorar y… ¡así es!
Me he levantado segura de que la semana no podrá conmigo y que, sea como sea, tengo que sacar tiempo para esos ratitos que me hacen desconectar. Éste, claro está, es uno de ellos… os cuento cómo viví la gala del pasado sábado:
Salté del sofá cuando Macarena salió triunfadora del reto con Jessica, no sólo porque se lo merecía en ese momento, sino porque creo sinceramente que debió pasar el casting final y entrar desde el principio. Me parece una de esas personas que no se cansan de luchar y que seguramente ha vivido la experiencia de quedarse a las puertas más de una vez… me sentí identificada con esa manera de afrontar la vida y deseé de corazón que por fin consiguiera una plaza en el concurso. ¡Felicidades!
La actuación con la que más disfruté fue la de Jonathan, (¿os dije la semana pasada que estuvo brillante? Rectifico… ¡sobresaliente!) Interpretó una de esas canciones que sólo necesitas escucharla una vez para comprobar que te encanta y que no puedes parar de tararearla. Creo que tiene la dulzura y, ¿por qué no?, el encanto de las personas tímidas, pero suficiente talento para crecerse en el escenario cuando toca destacar.
Ánimo a todos los concursantes, ¡los comienzos siempre son duros pero merece la pena intentarlo!